La idea que lo puso todo en movimiento
- Santiago Ferreira
- Sep 28, 2024
- 3 min read

Corría el año 2016 -¿o tal vez 2015?- cuando, sin saberlo, me encontraba explorando lo que sería el preludio de este hermoso proyecto. Sin darme cuenta, ponía en marcha una empresa que tomaría muchos rumbos, que me llevaría a desarrollar incontables habilidades y que me pondría a prueba una y otra vez. Al final de todo, esta es la idea que me enseñaría silenciosamente a creer en los sueños...
Lo que hoy en día es el Mirador de Nativa Del Cerro, es en realidad el inicio de esta maravillosa aventura. De cierta forma, esta es la representación física de una idea que ha se ha estado cocinando por años. Muchos años. Una idea que por suerte, se convirtió en sueño y eventualmente en espacio, en escultura, en experiencia. Esta es la pieza central sobre la cual construimos y seguiremos construyendo nuestra identidad.
Todo al principio es un "mamarracho"
¿Cómo se vería un frailejón si fuera escultura? ¿Si fuera tienda? ¿Si fuera espacio habitable? Supongo que estas fueron algunas de las preguntas que me hacía en aquel momento, hace mas o menos 10 años cuando esbozaba estas primeras aproximaciones. Y así, en una libreta vieja de la universidad, empecé a bocetar, con mis habilidades nulas de dibujo, estas formas.

Desde muy temprano se afianzó esta idea de usar las extremidades de la escultura como soportes, y con ellas representar la forma en que los frailejones conservan sus hojas muertas para proteger sus tallos de las inclemencias del páramo, mientras dan paso a las hojas más jóvenes para brillar en la parte superior de la planta.
La idea empezaba a definir la forma, y la forma a su vez empezaba a presentar importantes retos de fabricación. Para tratar de resolverlo, fue necesario construir maquetas a escala y diseñar modelos 3D, que me ayudaron a decantar las formas, las proporciones y las medidas acertadas para poder pasar de la idea al espacio físico.


Sin embargo, aún con la forma definida, no estaba claro qué era de esto después de todo, ni cuál sería su uso final, pero lo que sí se manifestó muy temprano, fue esa certeza de saber que algún día, de una u otra forma, lo haría realidad.
Las ideas hay que dejarlas marinando
Pasaron los años. Viví lejos de casa, estudié y trabajé en otros proyectos, aprendí a usar otras herramientas y todo esto, que en su momento parece aleatorio y ajeno, resultó ser la mezcla perfecta de ingredientes que me ayudaron a consolidar esta idea y llevarla finalmente a buen término.
Para este momento (ahora corría el año 2023), nuestra primera cabaña ya estaba terminada, y nuestros primeros huéspedes llegaban a visitarnos. Empezamos a pensar en distintas formas de invitar a nuestros visitantes a explorar el monte y de motivarlos a ir a la parte alta del mismo para aprovechar las hermosas vistas sobre el embalse de Tominé. Fue ahí cuando finalmente se consolidó la idea de usar esta escultura, que había estado tantos años en el tintero, como mirador y como ancla.
Pasamos de maquetas y modelos a prototipar en escala real. Y sin tener todas las respuestas o un plan detallado de implementación, empezamos a construir con acero, madera y toda la determinación posible.
Sin duda, el haber construido antes la cabaña, el haber participado en tantos otros proyectos y el tener a nuestra disposición las herramientas correctas en el momento correcto, fueron las claves para que este proceso resultara mucho más fácil de lo esperado. A lo mejor, tantos años de visualizar y manifestar esta idea sirvieron para preparar esta última etapa.
Hoy en día nuestro mirador se alza en los más alto de Nativa Del Cerro y nos recuerda que los sueños hay que cultivarlos y trabajarlos, y que si no se los abandona, aún cuando pasen los años, se pueden hacer realidad.
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